Victor Hugo Codocedo

Víctor Hugo Codocedo (VHC) nació en Santiago, en 1954, y se formó como artista en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, a la que ingresó en 1974. La singularidad de su biografía se configura en el marco de una situación de enseñanza represiva, que se dispone a borrar la huella del período inmediatamente anterior. En este contexto, VHC forma parte de grupos de estudiantes que se auto-educan y buscan respuestas a sus interrogantes en forma autónoma. Hasta 1973, la universidad había definido las coordenadas del arte chileno. Después de esa fecha, lo más significativo de su producción tendría lugar fuera de la institución.   

Desde un comienzo, VHC se asoció a grupos de literatura, que acogieron búsquedas diversas al alero del Taller Literario de Bellas Artes. También, indagó sobre las relaciones entre prácticas de arte y prácticas políticas, generando experiencias colectivas de trabajo, que marcarían gran parte de su producción, sin por ello dejar de imprimir un sello particular a sus intervenciones. 

Es así como luego de finalizar sus estudios en 1978 realizó varios trabajos en colectivo junto a la Agrupación de Plásticos Jóvenes, cuya existencia fue muy relevante en esa coyuntura. Desde ese momento, junto a compañeros de generación como Patricio Rueda, Moncho Meneses, Alejandro Albornoz, Cecilia Gajardo, Havilio Pérez, Leonardo Infante, Sonia de los Reyes y Alberto Díaz, entre otros, desarrollaron trabajos de intervención gráfica de un espacio público restrictivo.

Luego, en 1981, junto a Hernán Parada, Elías Adasme, Patricia Saavedra y Luz Donoso, se acercó a los trabajos del CADA, realizando diversas Acciones de Apoyo, en el surco abierto por el intenso debate político y formal que se realizaba en espacios como el Taller de Artes Visuales y otras iniciativas.

Asimismo, participó en importantes exhibiciones colectivas, tales como la “Exposición Internacional” en la Iglesia San Francisco (1978), la exposición “Homenaje a Neruda” en Galería Centro Imagen (1979), y las versiones de 1982 y 1983 del Festival franco-chileno de video arte. En 1982 fue seleccionado para participar en el envío chileno (colectivo) a la XII Bienal de París.

Hacia mediados de los ochenta organizó un movimiento gráfico y performativo que bautizó como Wurlitzer, junto a Héctor Achurra, Fernando Allende, Alejandro Albornoz y Carlos Maturana. Siendo éste la culminación de sus esfuerzos por investigar elementos decisivos de la cultura popular urbana, como una manera de conectarse con una de las tendencias gráficas elaboradas en el período anterior a 1973 en el espacio de la Facultad de Bellas Artes. En esa medida, siempre tuvo participación analítica en diversas publicaciones, tales como La Separata y el Boletín de la Asociación de Pintores y Escultores (APECH), entre 1981 y 1985.

Su primera exposición individual se realizó el año 1985 en Galería Bucci, bajo el título de “Eclipse”. Esta consistía en cinco salas compuestas principalmente por distintos tipos de iluminación. Esta propuesta se presentó como una instalación, en las palabras del artista, con el objetivo de que “la exposición sea una cosa sensible, físicamente, que es algo que en artes visuales no se ha hecho mucho en este país” (1986, 27)[1].  En otras palabras, que la arquitectura, el tratamiento de la luz, el sonido y las materialidades, interactuaran de manera activa con el espectador, creando unas condiciones de experiencia similares a las que se propone el happening. En esa ocasión, VHC expuso los registros de sus acciones de arte anteriores, realizadas entre 1979 y 1981, reciclándolas en el encuadre de nuevos esquemas de reactivación y regresando una y otra vez a las mismas escenas de origen. En el curso de esta preocupación elaboró un trabajo personal que lo puso en diálogo con la obra de Eugenio Dittborn, que escribió un texto para el catálogo de la muestra, y con quien VHC desarrolló una productiva comunicación durante los últimos años de su vida.

El trabajo artístico de VHC se articuló entre la pintura, el dibujo, la serigrafía, la fotografía, la performance, el arte-correo, el videoarte y las instalaciones. La mayor parte de estas producciones se asentaban sobre textos poéticos y programáticos, en los que se hacía evidente una gran ironía. Su trabajo, además, estaba atravesado por una pulsión activista que lo llevó a participar en peñas, encuentros e intervenciones callejeras en contra de la dictadura, sin dejar de manifestar al mismo tiempo un sentimiento de decepción por el curso que tomaron las cosas hacia fines de los años ochenta. Tal como expone Gonzalo Arqueros en el Catálogo Razonado del Museo de Arte Contemporáneo, la obra de Codocedo se focalizó “en la interrogación acerca del lugar político y el papel activo del arte en el régimen dictatorial” (2017,161-164[2]).

Falleció el 27 de agosto de 1988, a los treinta y cuatro años de edad. Tanto su período de formación como la década en la que produjo su obra estuvieron marcados por la dictadura. VHC no conoció, como artista, otra escena más que ésta. El conjunto de su trabajo está marcado por esta determinación, llegando a construirse como la memoria personal de un mito, porque su presencia era deseada, precisa, modesta en su expresión, de modo que su partida dejó a sus compañeros de generación en un cierto vacío, porque a VHC siempre se le reconoció como un articulador de intensidades, un referente que buscaba respuestas sencillas frente al dolor de la exclusión, en una escena de gran hostilidad.


[1] Entrevista con Ernesto Saúl publicada en Revista Cauce Nº59 publicada el 27 de enero de 1986, página 27

[2] Catálogo Razonado – Colección Museo de Arte Contemporáneo